La cena o comida de Navidad de una empresa puede resultar una agradable manera de despedir el año, en un ambiente festivo alejado del entorno habitual de la oficina, o convertirse en un verdadero quebradero de cabeza para los asistentes. En general, es un evento muy esperado, la única ocasión durante el año en la que se reúnen todos los integrantes de la empresa. De su correcta planificación puede depender incluso que mejoren las relaciones y el clima de la empresa.
Los 8 errores a evitar:
1.- Usar el discurso de la fiesta de navidad para anunciar malas noticias. Si quieres generar un clima agradable, no es el momento ni el lugar para anuncios negativos.
2.- No organizar un evento acorde con los gustos de los empleados: Aunque nunca llueve a gusto de todo el mundo, en el momento de planificar el evento sí podemos tener en cuenta el perfil de los participantes y contratar el local y el menú más adecuados. La diferencia entre un restaurante japonés o una comida campestre es abismal.
3.- Improvisar. Mejor no esperar hasta el último momento para “ver qué hacemos este año”. Cuanta más organización, mejor. Evita fallos de última hora y la sensación de que “se está saliendo del paso de cualquier manera”. No importa lo grande o pequeña que sea la empresa, si no se planifica, se notará.
4.- Rebajar la calidad de la celebración a niveles ridículos. Es lógico que se recorten gastos pero, a pesar de los tiempos que corren, no olvides que se trata de una celebración. Se puede pasar de una comida sentados a un pica-pica de pie, pero nunca llegar a rebajar tanto que resulte insultante.
5.- No supervisar la calidad y cantidad en el menú. Conocer exactamente lo que se va a servir y en qué cantidades evitará críticas y comentarios desfavorables, así como la sensación de “tomadura de pelo”. No cuesta tanto y el resultado es mucho mejor. La comida no representa el éxito de una fiesta, pero sí puede representar el fracaso de la misma.
6.- Celebrar la fiesta en la propia empresa. No es la mejor opción. El mismo entorno facilita la repetición de los mismos patrones, que muchas veces son precisamente los que se tratan de romper. Un marco diferente hace que los asistentes se relajen y puedan relacionarse de una manera diferente.
7.- No incluir una actividad participativa. Es una opción que cada vez tiene más adeptos. Significa no limitarse a “lo de siempre” (comida y discoteca, por ejemplo). Tiene la virtud de relajar el ambiente y hacer que cada persona salga de su esquema habitual y muestre otras facetas (que todos tenemos). Y más si se mezclan empleados que casi no se conocen.
8.- No comunicar adecuadamente. Esto significa elegir una fecha adecuada, comunicarla con tiempo y facilitar toda la información necesaria a la vez, como día, hora, dirección, carácter de la fiesta o programa de la misma.
Y por último recuerda que la contratación de un profesional de eventos será sin duda una inversión antes que un gasto, pues dispondrá de numerosos recursos, mayor capacidad de negociación de precios, y una visión más competente y global del evento. Sin olvidar, desde luego, que no tendremos a los empleados ocupando su tiempo laboral en la organización de la fiesta.